¡Ahhh! ¡Te pillé! ¿A que no lo sabías? Pues sí, en estas cenas se crea un vínculo muy especial y ayudan muchísimo a que los novios os relajéis. ¡Y hasta los mismos invitados se relajan!
Piensa que no hay prisa para nada, no hay timming que cumplir… ¡Nada! Simplemente los invitados van llegando progresivamente, os da tiempo de saludarlos a todos y hablar de lo que surja con cada uno.
Los invitados hablan entre ellos, los que no se conocen, POR FIN pueden hacerlo. De hecho, necesitamos poner cara a la gente: por fin se conocen las amigas de la uni con las del trabajo, tu tía Mari por fin ve a tu amiga que hace años que no ve…Y se crea una relación, un vínculo y una energía que se mantiene el día de la boda.
Y os digo más… No es lo mismo compartir una boda con alguien al que no has visto nunca que compartirla con alguien con quien ya has intercambiado palabras, sabes la relación que le une con los novios… Y es, en definitiva, buscar esa empatía y cordialidad entre todos.
Sé que no se estila mucho y que es algo que la gente piensa: “Esto es una cena tipo ensayo; muy americano todo”. Pero no hace falta ir tan lejos, ni invitar a todo el mundo. Si sois 100 invitados, simplemente podéis hacerlo con los más cercanos, o sólo con los amigos, o sólo con los familiares… ¡Vosotros escogéis!
Pero no hace falta pensar en una gran cena. Simplemente puede ser un menú o incluso, algo de tapeo con todo el mundo de pie. En este caso, lo importante no es lo que se coma, si no el rato que pasáis juntos y que vosotros, al día siguiente, estaréis mucho más tranquilos.
Y no sólo eso, sino que además, podéis organizar algún juego-encuesta. ¿Cómo? Pues, por ejemplo, preguntándoles qué canciones les gustaría que formasen parte de la banda sonora de vuestra boda. Así lo hicimos con la cena pre-boda de Cristian y Sabrina. Aunque podéis adaptar las preguntas a diferentes situaciones de la ceremonia, no sólo a la hora del baile 😉 Es una genial idea que contribuye un poquito más a que los invitados se sientan la boda más suya.
¿Os animáis?
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